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Una canción: Yo te elegí

Publicado: 2023-10-09

La experiencia de la maternidad puede disparar un sinfín de ideas, tantas que incluso alguien ajeno a ella se puede sentir representado.

Empecé este texto muchas veces, sin éxito. No sé cómo definir a Rebeca Lane. Quise iniciar mencionando que es una rapera guatemalteca, pero temía con ello restarle valor a su trabajo desde el activismo y la poesía. No es un dato menor: sucede que, con tanto para decir, pareciera que las formas de expresión que conocemos no le alcanzan. Pero hay una canción que me capturó de manera muy particular, y no puedo dejar de compartir algo al respecto.

Hace algunos años, escuché la música de Rebeca por primera vez, con temas como "Reina del caos", "La cumbia de la memoria", "Ni una menos" o "Este cuerpo es mío". Letras que reafirman sus preocupaciones (justicia política y social, equidad de género, lucha contra el machismo) con la posibilidad tan propia del rap de una lírica punzante y exacta, hablando de cosas que muchos quisieran evitar hasta hacer parecer que ni siquiera existen.

En 2022 publicó "Florecer", álbum marcado por el nacimiento de su hija Valentina. Es un trabajo en el que se cruzan conceptos tan poderosos que van desde la valoración del amor propio ("El amor de mi vida") y la exploración de la sexualidad ("Darme love"), hasta la importancia del consentimiento ("No es no"), la lucha feminista ("Nos queremos vivas") y la naturalización de la menstruación en la niñez ("Flores rojas"). Pero hay un tema que... no sé qué es lo que me pasa con él: "Yo te elegí".

Escucharlo puede ser un gran descubrimiento. Como conseguir llaves que nos permiten abrir sensibilidades que, quizás, no conocemos. Porque es claro que a mí no me tocaría directamente ser madre, pero es imposible no sentirse abrazado por ciertas sensaciones.

Por ejemplo, la claridad con la que se (d)enuncia la imposición social de maternar (después de los treinta me dijeron que ya no podía ser madre / y si no quería me hacían sentir culpable / como si fuera obligación / como si la maternidad fuera la única opción) y la consecuente defensa de la libertad de decidir (y tú llegaste en el momento adecuado / cuando te anunciaste ya te había deseado / y en uso de mi libertad, te elegí para esta vida juntas caminar / Yo te elegí, amor / grité tu nombre al universo / me elegiste para hacer tu casa en mi cuerpo / yo te elegí y tú a mí / grité tu nombre al universo / me elegiste para hacer tu casa en mi cuerpo). Todos, en algún momento, nos hemos sentido fuera de cuadro, soportando el peso de miradas que esperan algo de nosotros, tal vez demasiado. Por imposición, por una mal entendida tradición. Sin embargo, se necesita (decidir) frenar.

Y aunque ese freno puede ser una toma de posición concreta y tangible —basada en ideales firmes—, resulta también un camino no exento de dudas. De hecho, creo que lo más hermoso de esta canción es que Rebeca se permite reconocerse frágil (no voy a negar que tuve miedo / ¿será que esto es lo que yo quiero? / ¿será que soy mala feminista? / ¿será que se puede ser mamá y ser artista?) Es decir, ¿hay algo mejor que eso? Es imposible no conectar cuando alguien se está abriendo de manera tan honesta, cuando está mostrando su verdad; no importa ya si el contexto nos toca de lleno o no.

Y aquella dualidad entre el encantamiento de tener a su hija en brazos y la innegable dificultad que acarrea la maternidad (y la ilusión fue creciendo con mi vientre / miedos que no conocía se hicieron presentes / esperando cada ultrasonido para verte / preparando el nido pa' tenerte / y al tenerte en mis brazos nada era como lo había esperado / noches sin dormir, dolores a mil / y una intimidad que poco a poco se empezó a construir) elabora un proceso dual, de energías compartidas, de aprendizaje. La real intimidad compuesta de dudas y certezas, muy lejos de los cuentos y las ilusiones imaginadas.

Instagram de Rebeca Lane

Hacia el final de la canción, hay otro momento de vulnerabilidad descubierta. Esta vez, sin embargo, no está asociado exactamente a la experiencia vivida, sino a su composición personal. La fragilidad que transmiten esos versos funciona como un punto de quiebre: y en el silencio de la madrugada / en medio del cansancio veo tu mirada / me miras con amor mientras comes de mí / y sé que nunca había sido tan feliz / me ves perfecta tal y como soy / y quiero amarme a mí como te amo a vos / gracias por darme la oportunidad de nacer de nuevo.

Pienso: quiero amarme a mí como te amo a vos. Cuánta profundidad. Y qué silencios esconde. Porque uno no se siente cómodo aceptando que hay momentos en los que, tal vez, pierde el autoestima. Nos avergüenza que nos miren con compasión, nos cerramos porque no queremos ser juzgados. El mundo nos dice a cada segundo que debemos ser exitosos y competentes y fuertes, pero la realidad no siempre es así. Y hay que tener coraje para aceptar eso en una canción; y hay que hilar muy fino para llegar a aquel punto entre mundo tan distintos (ellas dos, cada cual desde su lugar; el público que escucha el tema), pero que comparten el estar aprendiendo a vivir.

Entonces, sí, ser madre no es algo que yo pueda vivir directamente, pero, Rebeca, das en el clavo. Porque, aunque hablas desde lo personal, estás señalando también lo colectivo. Me hablas a mí, a mi propia vulnerabilidad. Sentirse así, descubierto, luego de tres minutos de canción es invaluable.

Foto: Tefi Ralón

Nunca percibí tan claro aquello de «la maternidad será deseada o no será». Ya un año antes de esta canción, Rebeca se había unido a Find my method para amplificar el mensaje a través de un tema llamado "Yo elijo". Hay toda una visión del mundo que está cambiando y hablar sobre el poder de decidir ser o no madre no es solo un lema, sino también una forma nueva de entender las cosas. Es defender el derecho a sentir. A elegir. A hacer el camino que uno desea sin ser juzgado. El derecho a la libertad.

Y eso nos concierne a todos.

 

 

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Foto principal: Tefi Ralón.


Escrito por

Roberto Renzo

Lima, 1992. Cantante de causas perdidas | https://linktr.ee/robertorenzo


Publicado en

En estéreo

Roberto Renzo. Más allá de las canciones, la música tiene mucho para decirnos.