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Una canción: El espejo de mi vida

Publicado: 2024-12-09

Cuatro estrofas alcanzan para mirar atrás y hacer el recuento de una vida entera.

El bigote delineado por encima del labio, casi como un vestigio de coquetería juvenil; las cejas pobladas, el ceño fruncido de sabiduría. Óscar Avilés tiene 88 años y viste un terno lila que le queda pintado. Lo flanquean un guitarrista y un bajista, y la certeza de sentir como propios cada uno de los versos que cantará.

Casi recitando toda la primera parte. A la manera de un crooner que ve el camino recorrido y decide repasar su vida. Decía: casi recitando, como si la melodía de la canción distrajera la profundidad de lo que se quiere decir. Como su fuera necesario poner el contexto.

Ayer tarde me he mirado en el espejo y estoy viejo, ya no soy el hombre que fui: fuerte, orgulloso, simpático. Ahora tengo arrugas, mi mirada es una rutina triste. La dolorosa realidad de reflejarse de cuerpo entero: la debilidad, los huesos resaltados; las comparaciones. Y ya no hay amor. Solo cierro los ojos e imagino, rememoro; la textura caliente y húmeda de una boca rozando la mía, haciéndose una. Nada de eso existe más, y es doloroso saber que ahora es solo un recuerdo. O peor: una nostalgia. Una juventud que ya no está.

Hay, en ese paso del tiempo, una insatisfacción por una vida que se asume ya perdida; los años sin implacables, impiadosos. Una sentencia que solo se explica en esa desazón, cuando sentado allí recita esos versos con amargura y pena.

Porque lo que queda ahora son solo recuerdos. Retazos de una vida que queda cada vez más lejos: hoy tan solo de este apogeo que me quedan bucles, retratos, pañuelos, cartas de amor y nada más. Cada vez más lejos porque son 88 años y queda tan poca energía, tan poca vitalidad.

Pero algo no se perdió: aún está la dignidad. Con todo, ese hombre puede sentarse frente a un micrófono y contar lo que le ocurre. Y que nadie sienta lástima por él porque están ese bigote, el terno, la actitud y una certeza infranqueable de algo que nadie sabe bien qué es, pero que le da sentido a esos cinco minutos de honestidad.

Felipe Pinglo escribió este vals, "El espejo de mi vida", sobre la vejez y el desencanto cuando solo tenía 36 años. Quién sabe, quizás haya visto en alguna persona cercana cómo se cumplía ese destino de insatisfacción. Pero no me cabe duda de que es una canción que solo fue hecha para que la cantara Óscar Avilés a sus 88 años en televisión nacional.


Escrito por

Roberto Renzo

Lima, 1992. Cantante de causas perdidas | https://linktr.ee/robertorenzo


Publicado en

En estéreo

Roberto Renzo. Más allá de las canciones, la música tiene mucho para decirnos.